El funcionamiento de nuestra mente es dual, blanco-negro, bueno-malo, correcto-incorrecto. Cuando buscamos la perfección en nosotros mismos también la buscamos en los demás, vamos creando corazas que nos separan permitiendo al miedo ocupar más espacio en nuestro corazón. Como consecuencia  la mente pensante continúa enredada en  ¿De qué manera puedo encontrar la solución para defenderme de los demás? ¿Cómo puedo sentirme a salvo?

En verdad, nos defendemos todo el tiempo de nosotros mismos dejando de confiar en lo que sentimos porque nos dijeron de pequeños que no era apropiado, correcto o que estábamos teniendo un comportamiento vergonzoso.

Reconocer y comprender que todo o casi todo está en nuestro interior nos da la fuerza suficiente para encontrar la salida.

Si nos paramos a mirarnos profundamente y creemos que la clave del mal está en cometer errores, lo único que conseguiremos es hacer crecer en nosotros mismos la semilla de pensamientos autodestructivos que nos lleven a desconectar de nuestros sentimientos, siendo esos pensamientos la nutrición de una mente obsesionada por conseguir la perfección para poder tener el control de las situaciones,  creyendo erróneamente que podemos controlar la vida.

Si me juzgo por mis actos duramente y no aprendo a aceptar mis reacciones y mis expresiones emocionales con paciencia y amor, iré desarrollando en mi interior la voz crítica que se convertirá en el peor carcelero.

La división interior está en la mente y comienza en nuestra infancia, vamos integrando creencias de lo que es bueno o lo que es malo según las experiencias dolorosas que quedan grabadas en nuestra memoria. Esas experiencias quedan atrapadas en nuestro programa mental dependiendo más de cómo lo vivimos emocionalmente y el impacto que nos causo.

Cuando dejas liberar la emoción que quedó atrapada en esa vivencia, también liberas el juicio  y la crítica que no te permitía sentirla.

No tienes la oportunidad de cambiar la historia pasada, pero si tienes la oportunidad de escribir un capítulo propio que incluya los nuevos valores y creencias en las que deseas sostener la  vida, el amor y la comprensión hacia la experiencia. Dejando y permitiendo que sea tal y como está sucediendo y no basada en cómo debería ser según la percepción mental o la percepción de otra persona.

Los descendientes de perpetradores y víctimas deben abandonar la estrechez de su campo y pasar más allá de él a un campo más elevado y más amplio. En ese campo se acaba la diferencia entre buenos y malos y con ello también entre perpetradores y víctimas, amigos y enemigos. En ese campo todos son simplemente seres humanos y, en lo más íntimo, iguales entre sí. “La verdad en movimiento” p. 137-141 Bert Hellinger, 2005.

A veces no puedes sanar las heridas que los perpetradores hayan causado a tu familia, o a tus seres queridos, pero si puedes reconocer que el egoísmo, la violencia y la venganza traen consecuencias negativas para todos, y comprender que, mirando tanto a las víctimas como a los perpetradores  desde una perspectiva más elevada, cada uno tuvo un origen que no conocemos y un origen que tenemos que aprender a respetar y aceptar.

La división interna sucede cuando nos sentimos incapaces de aceptar lo que nos ha sucedido porque lo consideramos injusto o inaceptable.  Durante el proceso de abrirte a tu mundo interior con paciencia y amor de la mano de un acompañante o guía, llegarás a liberar todo el dolor del pasado para poder estar más en el presente contando con toda tu fuerza interior para seguir avanzando hacia una vida más plena y más satisfactoria.