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Nada es en vano

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El suicidio es el resultado de un terrible sufrimiento emocional interno. Nadie quiere morir y los que mueren por suicidio tampoco. Está estudiado que la gran mayoría de las personas que se suicidan han padecido maltrato psicológico.

Para aquellas mujeres que puedan estar sufriendo maltrato en cualquiera de sus expresiones, me gustaría compartir la vivencia y el legado que mi hermana me dejó para, hoy, después de años estudiando el tema en profundidad, poder acompañar a otras personas, aprendiendo de los errores que ella no pudo evitar, por no tener herramientas suficientes, ni el acompañamiento adecuado ni el amor propio necesario para decir basta antes de que la herida fuera demasiado grande.

Hoy en día y gracias a mi hermana, me dedico a llevar luz y amor a aquellas personas que deseen ser acompañadas en su camino. Las acciones de los demás nos afectan, y en ocasiones damos con personas en nuestra vida que nos miran mal, nos critican y nos hacen olvidar que tenemos la capacidad de pedir ayuda para que nos recuerden quienes somos cuando lo estamos empezando a olvidar. Porque aunque en tu vida, encuentres a personas que no saben que el sol brilla para todos por igual y que no hay necesidad de apagar la luz de otros, para poder ver la suya, también hay otras personas siempre dispuestas a acompañarte desde el amor y el reconocimiento de quien de verdad eres.

Una de las secuelas del maltrato psicológico, ese que no ven los demás, es la sensación de sentirse muy pequeña, insignificante, avergonzada y sobre todo, y muy importante, SIN VOZ. Esa persona no comparte con los demás lo que le está sucediendo porque, a través de los mensajes negativos que recibe de su mal tratador, se va sintiendo cada día más culpable y más pequeñ@. La culpa y la vergüenza van consumiendo a esa persona por dentro, hasta que ya poco queda de ella; no queda ni autoestima, ni valor, ni ganas de vivir, tal y como le sucedió a mi hermana. El maltrato de pareja, cuando amas a esa persona y no te amas a ti mismo, deja heridas muy profundas.

“En cualquier relación de pareja que tengas, no te merece quien no te ame, y menos aún, quien te lastime. Y si alguien te hiere reiteradamente sin mala intención, puede ser que te merezca pero no te conviene”

Walter Riso

El maltrato de pareja, así como el intrafamiliar, son los dos tipos de violencia que más impactan en la vida de una persona, pudiendo llegar a la anulación total, hasta el punto de no querer seguir viviendo por sentirse un estorbo para los demás.

Mi hermana creció en una familia sana, era una niña feliz con una capacidad de disfrute y alegría envidiables, un carácter fuerte capaz de conseguir todo lo que se proponía, y toda una vida por delante, sino hubiera sido porque, la noche del 19 de marzo del año 1994 decidió quitarse la vida después de años de dolor acumulado y ante la imposibilidad de encontrar otra salida para liberar su sufrimiento.

Nació el 8 de enero de 1963, vivió 31 años y tuvo dos hijos. Me gustaría contar su historia para ayudar a otras mujeres que están sufriendo o puedan haber sufrido maltrato psicológico.

Se casó en el año 1983 y se fue a vivir a Barcelona. En el año 1985 tuvo su primer hijo y todo parecía ir muy bien.  Mujer muy trabajadora a la que no se le ponía nada por delante, sin miedo a nada, vivía la vida como si esta fuera una aventura; disfrutaba cada momento y amaba profundamente a su familia, a su marido y a sus hijos. Volver a Madrid y estar con los suyos, le hacía inmensamente feliz y a nosotros también.

Nunca compartía lo que le iba mal y siempre le ponía buena cara al mal tiempo; un gran error ya que iba acumulando situaciones que comenzaban a minar su autoestima y la confianza en sí misma.

Su marido le era infiel y ella siempre terminaba perdonándolo. Para ello la intentaba convencer una y otra vez de que su familia era lo más importante para él. Otra forma de maltrato: mentir creando falsas esperanzas.

Según me contó antes de morir, el siempre quería volver a empezar y no le daba importancia alguna a sus deslices o errores, Habréis oído en multitud de ocasiones la frase “no lo haré más” o “a quién quiero es a ti y a nuestro hijo”. Tanto es así que le convenció para tener otro hijo, que ella no se sentía preparada para tener, ya que se sentía muy sola en Barcelona, trabajaba fuera de casa y además llevaba en exclusividad  el peso de los niños y el trabajo que supone llevar el hogar.

Finalmente él la convenció y ella accedió por el amor que le tenía.  Se quedó embarazada y se sintió muy feliz cuando en el año 91 nació su segundo hijo. Lo que mi hermana no sabía es que él ya estaba con otra mujer. Lo supo más tarde cuando en el año 92 descubrió, de nuevo, que la estaba engañando desde hacía mucho tiempo y que esta vez,  la relación no era un desliz, sino una relación larga en el tiempo.

Ella recuperó su fuerza y decidió separarse porque ya no podía más, “ALELUYA”. Preparó un viaje con sus amigas y mi hermano y se fue a recomponerse. Habló por fin con nosotros y nos expresó lo que había estaba viviendo. Lo fue haciendo poco a poco porque, en el fondo, se sentía muy avergonzada.

Cuando empezaba a sentirse mejor, el verano del 93, él no dejaba de llamarla por teléfono y decirle que era la mujer de su vida y que quería estar con ella y con sus hijos. Lloró y lloró para que ella volviera con él y finalmente ella accedió.

En agosto del 93 volvieron juntos, mi hermana le amaba profundamente y, esa vez, sentía que la relación iba a funcionar. Comenzaron a pintar la casa y estaba, feliz por recuperar a su familia.

En septiembre del 93 su jefe y sus compañeros de trabajo la dijeron que él no había dejado a su amante y que lo veían con ella paseando y besándose. Mi hermana se derrumbó.  Le dijo se fuera de casa que no podía más.

Parecía que por fin se había decidido a  rehacer su vida, pero en realidad no fue así. Su marido seguía acosándola por teléfono argumentando que los niños estaban mal atendidos y que fallaban en las tareas del colegio, que no lo estaba haciendo bien.

Continuaba el maltrato, pero ahora desde fuera de casa, acusándola de ser mala madre y no ocuparse bien de sus hijos. Ella empezó a deprimirse, cada día más delgada, se iba consumiendo, pidió ayuda a un psicólogo, pero no fue la ayuda que necesitaba. Cada vez estaba más callada, más apagaba. Al menos pudo contarnos parte de lo que había vivido y gracias a eso pudimos ayudarla, ya que el sentimiento de culpa y la vergüenza la tenían atrapada en un pozo sin salida.

Ella nunca se dio cuenta de que estaba siendo maltratada psicológicamente. No se daba cuenta de que se estaba dejando anular desde hacía años por un hombre que sólo pensaba en su bienestar, mientras que a ella la faltaba mirar por su propio bienestar y cuidado.

Ella no era culpable del comportamiento de su marido, y estaba tan ciega que terminó creyendo que todo lo que él decía era verdad. Creyó que no valía para nada, que no era buena madre, que no tenía nada que aportar a sus hijos y que era un estorbo y un problema para la familia.

Nosotros la apoyamos con todo nuestro cariño, nuestro tiempo y nuestra presencia, incluso mi padre se fue a vivir con ella durante esos meses, pero su autoestima, su confianza y su fortaleza se habían consumido con tantas mentiras, acusaciones y lo que colmó su vaso: sentirse incapaz de recuperar el amor de su marido al que adoraba a pesar de todo, no se daba cuenta de que no dependía de ella que el cambiará.

Por eso, recuerda que sólo somos responsables de nuestros actos y de enfocar nuestra atención en amarnos a nosotros mismos y reconocer cuando la otra persona nos trata mal, o nos ha hecho tanto daño que por mucho amor o cariño que lo tengas, hay que poner fin a la relación para seguir con tu vida y darte la oportunidad que mereces de compartir el amor que eres con alguien que te respete, te cuide y sepa lo que es amar.

Las personas que maltratan lo hacen porque están faltos de amor y no saben lo que es amar de verdad, cuando hacemos daño a otra persona, también nos hacemos daño a nosotros mismo, por eso es tan importante poner límites y parar el daño.

El maltrato psicológico no se ve, porque no deja marcas, pero deja heridas en el alma, tanto en la víctima como en el mal tratador,  que van consumiendo a la víctima poco a poco hasta hacerle creer que no es nada, ni nadie. El trabajo interior es imprescindible para que el amor hacia uno mismo sea tan grande que ninguna persona pueda derrumbarlo.

Escribo todo esto,  para las personas que puedan estar recibiendo maltrato,  no lo permitan. Ponga límites y busquen ayuda, que no hagan lo que hizo mi hermana.

Que levanten su cabeza bien alta y digan BASTA, que recuerden que la vida siempre nos da una segunda oportunidad y que una experiencia así se puede superar VOLVIENDO AL AMOR HACIA UNO MISMO.

Es hora de dejar atrás el papel de mal tratador y el de víctima y abrirnos a reconocer que la falta de amor es el mal del mundo, si nos amaramos lo suficiente no dejaríamos que nadie nos maltratara ya que lo veríamos con absoluta nitidez y la claridad suficiente para irnos y comenzar de nuevo.

Enfoca tu atención en el amor propio y despierta el coraje y la valentía de ir hacia lo que mereces. Hemos venido al mundo para experimentar amor y si en algún momento te cruzas con alguien que no sabe darlo, cambia la dirección en tu camino y sigue buscando.

Si la primera persona a la que pides ayuda, psicólogo, coach u otro tipo de profesional no te ayuda, sigue buscando, no lo dudes y busca otro, si sigues buscando acabarás encontrando a la persona apropiada que te ayude a recordar tu luz y a separarte de la mirada que te hunde.

Aquí te dejo algunos consejos para reconocer y salir del maltrato psicológico.

El maltrato de pareja o intrafamiliar se manifiesta de varias formas:

 

  • Burlas y ridiculizaciones
  • Señalamientos constantes de errores
  • Manipulación para hacer sentir culpable al otro
  • Negación de la existencia de maltrato. Si la víctima busca hablar del tema, el agresor se niega a dialogar o no reconoce que sus actos causan daño.
  • Aislamiento de los amigos y familia. Esto incluye celos, críticas, etc.

En todas las formas de conducta el mal tratador intenta siempre imponerse y anular al otro.

Las secuelas son:

 

Psicológicas: tienen que ver con el daño en la autoestima. Aparecen sentimientos de culpa e indefensión, así como estados de ansiedad y depresión.

Secuelas físicas: problemas de sueño, alteraciones digestivas, dolores de cabeza, hipertensión y trastornos respiratorios.

Sociales: Lo más frecuente es que la víctima se aísle. Comienza a callarse y a separarse de su familia, sintiéndose indigno y avergonzado.

¿Cómo salir de esa situación?

El primer paso es aceptar y darte cuenta que se está dentro de una relación en la que hay maltrato de pareja. El segundo paso es pedir ayuda a un profesional en el que puedas confiar.

Ten la seguridad que volverás a recuperar tu autoestima y encontrar de nuevo tu bienestar y tu felicidad.

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