Mi nombre es Teresa y tengo 18 años. Empezaré contando lo que me pasaba y como me sentía previamente antes de conocer a Ana. Todo empezó en 2012 cuando me contaron que una chica de mi ciudad se había suicidado. Yo no la conocía, pero me impactó mucho. Me acabé obsesionando hasta tal punto que empecé a pensar “Y si yo hiciera lo que hizo esa chica, ¿qué pasaría?” Cuando eso me pasó por primera vez por la mente me invadió el miedo porque yo sabía que no quería hacer algo así, que tenía muchas ganas de vivir y que jamás actuaría de esa manera. Sin embargo, no podía parar de pensarlo y pensarlo. En varios momentos sentí mucho miedo, creyendo que ese pensamiento me acabaría dominando y cometería suicidio sin quererlo. En cuanto se alargó la situación pedí ayuda a mi familia, yo no entendía que me pasaba y por qué me había obsesionado con ello, solo quería que se fuera de mi cabeza, por lo que luché contra mi mente y me dedicaba a taparlo con otros pensamientos, pero aquel seguía debajo. Había periodos de tiempo en que conseguía que se fuera, pero siempre regresaba de nuevo, algo me estaba pasando. Así estuve hasta 2015 cuando a mi madre se le ocurrió presentarme a Ana, (doy mil gracias de que eso ocurriera) me dijo que quizá ella podría ayudarme a averiguar lo que me pasaba y así fue…

Mi primer encuentro con Ana fue muy bien, me sentí tranquila, en confianza y empecé a contar lo que me pasaba. Desde el primer día la “magia” de Ana hizo su efecto y cada día fui abriendo más mi corazón y fui sacando el sufrimiento que llevaba dentro por algo vivido en mi infancia.

Ana me ayudó a descubrir que todo lo que tenemos dentro de nosotros tiene un por qué y a veces solo tenemos que enfrentarnos a ello, escuchar lo que nos tenemos que decir, consolarnos… Siempre que iba hablábamos y luego Ana me calmaba con energía. En esos momentos recuerdo llegar a lo más profundo de mí, descubrí un lugar de mi mente en el que guardaba mucho sufrimiento. Recuerdo el último día que fui antes del verano que yo ya me sentía “curada” prácticamente, bien, ese día llegamos al punto final de lo que me pasaba y rompí a llorar y a reír todo a la vez. Ana me abrazó, al fin me sentí libre. En esos meses también tomé algún remedio natural que Ana me enseñó, algo muy especial que también me ayudó a estar más tranquila, pero lo que más me ayudó fue el apoyo de mi familia y por supuesto de Ana, que gracias a su magia me enfrenté a mis miedos y conocí a aquella Teresa que había estado ignorando.

La obsesión desapareció y cuando alguna vez alguna vez volvió yo ya sabía cómo enfrentarme a ello y nunca se quedaba. Hoy en día (2019), no me ha vuelto a molestar. De vez en cuando voy a hablar con Ana un rato porque su energía me recarga. Animo a quien lo necesite a que acuda a esta maravillosa persona y, sobre todo, a no parar de luchar, ya que a veces pensamos que no podemos con algo hasta que lo conseguimos.

TERESA, MIEDO AL SUICIDIO